Los 432 de la Pastora y las Historias de su formación.

27.10.2010 20:16

 

Periodista / Martin Flores Araujo

martinoboe@yahoo.es

 

Se presenta esta crónica descrita por sus propios habitantes, para ilustrarnos la fundación del Barrio Obrero de manicomio, Parroquia de La Pastora de Caracas, como un homenaje a sus 432 años de fundada. Se desconoce la fecha precisa de la fundación del Barrio Obrero de manicomio, Sector Rancho Grande, ahora llamado “Simón Rodríguez”, cuyo natalicio se celebra cada 28 de octubre.  Según indican sus habitantes, nació con la construcción del Hospital Psiquiátrico de Caracas, en 1892, en el gobierno del presidente Guzmán Blanco, quien decidió crear un Departamento Especial para “locos”, (así decía el “Ilustre Americano”), según Manuel Matute, investigador y dos veces presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría y Neurología,

 

El centro, construido sobre los terrenos del Hospital General “Jesús Yerena” de Lídice, fue como un experimento científico y un acontecimiento social, ya que en el país  había escases de profesionales de esa disciplina. El famoso “sabio” Doctor José Francisco Torrealba, quien realizó valiosos aportes a la salud mental, pero, no era psiquiatra, fue uno de sus directores. En 1936 el  director Pedro González Rincones, creó una panadería que alimentaba a toda Catia y a varios hospitales.  Permitían el contacto entre los pobladores y los llamados “locos pacíficos”( pacientes menos agresivos) identificados con uniformes grises y alpargatas blancas, visitaban frecuentemente los hogares en busca de comida o periódicos y revistas para entretenerse, incluso, hasta los últimos años del gobierno de Pérez Jiménez y bien entrada la llamada era democrática. Las pacientes femeninas, aisladas en un anexo, pegado al cerro El Ávila, no tenían ese privilegio y los muchachos escalaban para observar su inocente desnudez. 

 

La picardía popular dividió en dos la población de El Manicomio: los que vivían “del lado adentro” y los que vivían “del lado afuera” de la edificación, en parte rodeada por tupidas plantaciones de bambú y mangos, que “fácilmente burlaban los chiquillos, y no pocos adultos, para disfrutar las ocurrencias de los pacientes y comer mangos de la gran cantidad de matas que aún tiene ese hospital”, según dice Juan Ortiz, habitante fundador de la comunidad del Manicomio: “Contrariamente a lo que uno imagina en una comunidad en la que se mezclaban cotidianamente los “locos” y los cuerdos, no se recuerdan acciones de violencia entre unos y otros, siempre.    

      

 La conformación territorial de otros barrios aledaños, según Matute, “debió tener su origen en la última década del siglo pasado, cuando el Concejo Municipal “donó las tierras que van por el norte, la fila del Ávila, por el sur la Carretera Vieja, o sea, la Avenida Sucre y por el este y el oeste las dos quebradas: la de “Agua Salud” y la de “Gato Negro”,  con el fin de que fuesen arrendadas por el hospital para mantenerse” y tanto del Manicomio y muchos otros sectores se fueron  desplazando hacia Catia.  Fue una comunidad pacífica, a pesar de que algunas de sus calles y esquinas tengan nombres de “guerra”:  “Tanque”, “Cañón”, “Pistola” y “Cruz””.